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Canción de adiós

Fuiste la luz de mi vida y mi musa preferida, pero todo se acabó. Fuiste mi cruz de rosario, mi suerte en el calendario, el dueño de mi colchón. Fuiste un tango puro y duro, escrito en papel oscuro que no quiero ni cantar, una guitarra sin cuerdas, un collar falso de perlas que nunca vieron el mar. Fuiste un jardín de malvones, un vinilo sin rayones, un caballero de verdad que duró quince minutos y ahora me dejas el luto de no querer verte más [...] Fuiste un gol de Mardona, fuiste la mano de Dios, fuiste todo pero: fuiste. Yo no sé si me entendiste que te estoy diciendo Adiós. Fuiste un "día que me quieras", fuiste Gardel y Le Pera y la Isla de Camarón. Fuiste en Madrid, Hortaleza y en Buenos Aires príncipe, rey de mi corazón. Fuiste la luz de mi vida y mi musa preferida que ya no puede inspirar, ni un rancho ni una ranchera, ni un sólo verso siquiera, sólo esta canción de Adiós. Y este fue mi testamento de un amor que de contenta, no me dejó ni el sudor. Sólo queda despedirme con voz ronca pero firme, el mal trago ya pasó. Medio vals, mitad ranchera, le pongo el nombre que quieras, Milonguita o Rock and Roll. Aquí adelante de todos, te estoy diciendo a mi modo: Buena suerte, chau, Adiós.