
Vemos pasar la vida sin pararnos a pensar en lo que podríamos, deberíamos o tal vez querríamos haber hecho. Nos acostamos cada noche sin valorar todas las posibles aventuras que hemos vivido, tan solo queriendo que llegue el día siguiente, la semana siguiente, y de repente llega un momento en el que nos acojonamos, que nada nos sirve, que todo nos parece insuficiente, y nos toca parar el mundo, bajarnos de él, y recapacitar. Y al recapacitar, las personas afortunadas como yo, nos damos cuenta de que tal vez no seremos las más aventureras, ni tendremos las fotos más alucinantes de los sitios más exóticos, ni tenemos proyectado un futuro de éxito ni sabemos chino, ni tocar el violín, y tampoco somos expertos del golf; pero tenemos otra cosa muchísimo mejor, insuperable, maravillosa de verdad..Tenemos un tesoro humano inmenso a nuestro lado que nos suple todas las cosas que no haremos, o tal vez nos propondrá que lo hagamos juntos. Que cada mañana nos hará sentir afortunados y nos dará fuerza y ganas para afrontar la vida en este mundo loco que nos ha tocado vivir. Un tesoro que brillará para nosotros cuando haga falta, como un cofre lleno de oro y de diamantes, digno del pirata más malvado... Y nos hará felices, tan felices que llegará un punto en el que pensemos que no somos merecedores de tanta suerte en la vida, que no es posible, que en algún momento tiene que acabar... Pero al final te lo acabas creyendo, e intentas disfrutar ese tesoro cada día, mimándolo para que nunca nunca deje de brillar, Mi tesoro se llama sebastian.